Turismo
Antecedentes
El turismo es una de las principales actividades económicas en el mundo, ya que genera una importante derrama económica, inversión, empleos directos e indirectos, y puede contribuir al crecimiento económico y al progreso social de los países en vías de desarrollo, pues favorece la realización de actividades que atienden la demanda de los turistas como el hospedaje, la alimentación, el transporte, la diversión, el conocimiento de tradiciones, atractivos y de la cultura, entre otras. Además, atrae inversión nacional y extranjera e impulsa la infraestructura regional mediante la construcción de urbanización y vías de comunicación aérea, terrestre o marítima.
Una fuerte cantidad de divisas ingresa a los países por esta actividad, derivado de los intercambios internacionales, pero además, el turismo interno que practican los nacionales dentro de su territorio contribuye a equilibrar la economía nacional mediante la redistribución del ingreso. Al mismo tiempo, por la cantidad de servicios que requiere, el turismo es un factor de creación de empleos en diferentes actividades.
El desarrollo del turismo moderno en México se puede analizar, como ocurre en el ámbito internacional, en tres periodos, el primero comprendido entre 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, hasta la introducción del jet en la aviación comercial en 1958; el segundo comprendido entre 1959 y 1970, cuando empieza la planeación de los centros turísticos de Cancún e Ixtapa; y el tercero a partir de 1973, cuando empieza la ejecución de estos centros y se observan los primeros resultados.
Al terminar la guerra, la situación de la industria nacional empezó a deteriorarse debido a la caída de las exportaciones, particularmente aquellas destinadas al mercado estadounidense y el gobierno mexicano decidió desarrollar al país a través de la industrialización; sin embargo, hacían falta los capitales y las inversiones para impulsarla. De esta forma, Miguel Alemán fue el primero en ver el turismo como un fenómeno económico que podía permitir la obtención de las divisas necesarias para financiar la industria de la transformación. La “Declaración Turística” o “Carta Turística” dada a conocer durante su campaña presidencial en 1946, señalaba que el turismo nacional y extranjero serían útiles “….para desarrollar muchas zonas del país, elevar los ingresos de sus habitantes, estimular otras actividades económicas y dar vida a las regiones productivas”.[1]
A Miguel Alemán se le considera el gran impulsor y constructor de esta actividad, ya que proyectó al exterior una nueva imagen del México contemporáneo. Durante su gobierno se impulsó significativamente la creación de los primeros polos turísticos, como Acapulco, Manzanillo, Mazatlán, Puerto Vallarta, Cabo San Lucas, Cozumel, Isla Mujeres, Veracruz, Mérida, Guadalajara y la Ciudad de México. Uno de los avances más importantes fue la promulgación de la primera Ley Federal de Turismo, en 1949. En ese tiempo, la política relativa al turismo estaba a cargo de la Secretaría de Gobernación, y para proporcionarle mayor dinamismo se creó la Dirección General de Turismo, que posteriormente se convertiría en el Departamento de Estado de Turismo.[2]
Posteriormente, Adolfo Ruiz Cortines durante su administración, fomentó la actividad turística de los nacionales como un vínculo para afianzar la identidad nacional, impulsando la construcción del sistema carretero para aprovechar el desplazamiento y gasto de los viajeros en la mejora de las condiciones económicas de algunas regiones del país.[3]
Entre 1945 y 1957 se emprendieron acciones para dotar de infraestructura de acceso para el desarrollo del país, promocionar al turismo y facilitar los trámites migratorios para los visitantes extranjeros. En el aspecto de infraestructura terrestre se fortalecieron los tramos carreteros de México-Acapulco, México-Veracruz, México-Guadalajara, México-Guanajuato, México-Cuernavaca, se concluyó la carretera Panamericana que va desde Ciudad Juárez hasta la frontera con Guatemala, se construyó la primera central de autobuses en Guadalajara y se creó la Comisión Mexicana de Caminos; en cuanto a la infraestructura aérea se mejoraron los aeropuertos de México, de Acapulco y de Tijuana; empezaron a operar líneas aéreas internacionales como Air France, KLM, Aerovías Guest y Pan Am, realizándose el primer vuelo comercial a Europa (México-Madrid) en 1948.[4]
El sector de alojamiento también sufrió un gran repunte. Mientras que en 1946 se contaba sólo con 4 mil 200 habitaciones, para 1958 eran ya 2 mil 998 hoteles y 82 mil 438 cuartos. Eugenio McDonald menciona que para satisfacer la demanda en continuo crecimiento, en ésta época se facilitó el financiamiento a inversionistas extranjeros y nacionales para desarrollar este sector y empezaron a operar cadenas hoteleras como la West Internacional y la Hilton.[5]
Además de lo anterior, en este periodo se establecieron los cimientos de la estructura turística institucional: en 1947 la Secretaría de Economía creó la Escuela Técnica Hotelera, que posteriormente se convertiría en la Escuela Mexicana de Turismo; en 1949 se creó la Comisión Nacional de Turismo y se promulgó la Ley Federal de Turismo; en 1957 se creó el Fideicomiso de Crédito (FOGATUR), encargado de impulsar la infraestructura turística; y en 1958 el Departamento Autónomo de Turismo.[6]
El segundo periodo del turismo moderno en México, que comprendió las administraciones de los presidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, se caracterizó por fortalecer la identidad nacional incorporando a los atractivos turísticos la historia y cultura de México. Ambos mandatarios identificaron al turismo como un instrumento de apoyo económico complementario y reconocieron su importancia en la balanza de pagos, además de que permitió crear empleos más fácilmente que la industria de la transformación.[7]
Para ambos presidentes, el turismo debía estar fundamentado en la promoción de las costumbres, el folklore, en la arquitectura y en las costumbres nacionales, por lo que cobró importancia la promoción internacional para ofrecer al visitante la historia, cultura y arte de México. Adolfo López Mateos afirmaba “hemos procurado mejorar la calidad de lo que se ofrece al turista; le brindamos nuestros museos, nuestras exposiciones, nuestras danzas, y la expresión de lo que somos …”[8]. Gustavo Díaz Ordaz de forma similar expresaba que “el turismo representa un ingreso muy importante de divisas, que contribuye al financiamiento del desarrollo económico y social de nuestro país. Pero además significa una cosa más trascendental, el medio de que el pueblo dispone para propalar el conocimiento del modo de de ser del mexicano, de sus virtudes, de su historia y de su arte….”[9]
De esta forma, las obras realizadas en este periodo fueron encaminadas a la edificación de museos y a la remodelación de atractivos de la cultura prehispánica y colonial. La construcción de infraestructura de acceso terrestre pasó de 28 mil 979 kilómetros pavimentados en 1960, a 41 mil 947 en 1970. De igual manera se registró un fuerte avance en la infraestructura de acceso aéreo ya que continuó la construcción de aeropuertos en las principales ciudades del país, se extendió el número de rutas nacionales y se inauguraron nuevas rutas desde Sudamérica para conectar vía México con la ciudad de Los Ángeles, California.[10]
Por lo que respecta a la hotelería, durante este tiempo se fortaleció la presencia de inversión extranjera, manejada principalmente por cadenas internacionales. Para 1964 el número de establecimientos había llegado a 3 mil 333, con un total de 92 mil 954 habitaciones, principalmente concentradas en los estados de Guerrero, Jalisco, Tamaulipas, Veracruz y el Distrito Federal.[11]
La promoción de México en el exterior, tanto en periódicos, revistas, carteles o medios audiovisuales, fue una de las acciones más importantes para acrecentar el flujo de los visitantes desde el exterior. Derivado de acuerdos y convenios internacionales, entre 1959 y 1964, el Departamento de Turismo instaló 15 delegaciones en el extranjero, 12 en Estados Unidos, 2 en Canadá y una en Argentina.[12]
Sin embargo, el turismo comenzó a causar problemas, ya que el número de viajeros nacionales que visitaba otros países empezó a crecer en forma desmedida, al pasar de 63 mil en 1960 a 1 millón 165 mil en 1970, provocando un efecto muy negativo en la balanza de pagos del país, el gasto pasó de 40.5 millones de dólares a 191.4 millones, respectivamente.[13] McDonald sostiene que en 1967, el Ejecutivo llegó a sugerir medidas de restricción a los viajes con la finalidad de limitar el flujo de los mexicanos al exterior, sin embargo fue criticado severamente por la prensa por atentar contra la libertad de los hombres a viajar libremente.[14]
Dentro de las acciones que fortalecieron el andamiaje institucional podemos señalar que en 1959 se crearon las Cámaras Nacionales de Turismo y la Confederación de Cámaras Nacionales de Turismo, para coordinar a los prestadores de servicios entre sí y con el gobierno federal; y se abrió la carrera de Técnico en Turismo en la Universidad Autónoma del Estado de México.[15] En 1962 se dio a conocer el primer “Plan Nacional de Desarrollo Turístico”, pionero de su género en el mundo.[16] Para 1965, se creó el órgano paraestatal de administración de aeropuertos, Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), responsable de la operación de las terminales aéreas en el país.[17]
Durante este periodo además se modificó dos veces la Ley Federal de Turismo, se creó Los Ángeles Verdes, encargado de el auxilio vial en las carreteras federales, se otorgó asesoramiento en materia turística a los gobiernos de los estados, así como al sector privado y social, se publicaron el “Reglamento Interior del Departamento de Turismo” y el “Reglamento de Guías de Turistas, Guías Choferes y Similares”. A finales de la década de los sesenta inició la elaboración de los planos y proyectos del centro de desarrollo turístico de Cancún, lo que marcó el final del segundo periodo de desarrollo turístico moderno e inició el tercero.[18]
En los años de 1960 a 1970, los centros turísticos del Caribe y del sur de los Estados Unidos tuvieron un auge importante. Por ello México debió haberse dado cuenta de los cambios en la oferta turística global y debió haberse adaptado a las necesidades del mercado internacional, sin embargo en nuestro país esta situación no fue atendida. Al respecto Alfonso Jiménez Martínez apunta que los cambios en el mundo no influyeron en la concepción que México tenía del turismo internacional, lo que a la postre afectó su desarrollo.[19] Por otro lado, en Acapulco, el principal centro turístico en esos momentos, se empezaron a presentar problemas graves de deterioro ecológico debido fundamentalmente a su creciente saturación y la imposibilidad física de expansión.[20]
La tercera fase del turismo internacional moderno, a principios de los años setenta, coincide con un periodo de crisis económica mundial que se ve reflejada en la disminución de la corriente de los viajeros en el mundo.
En México, durante las administraciones de Luis Echeverría y José López Portillo, se reorientaron las políticas turísticas hacia el mercado nacional para lo cual se apoyó la creación de organizaciones de turismo que promovieran la demanda interna y se publicaron declaratorias de Zonas de Desarrollo Turístico Nacional que buscaban impulsar el turismo doméstico.
Hacia finales de los años sesenta, los tres principales centros turísticos internacionales eran Acapulco, Puerto Vallarta y Cozumel, pero al existir la intención de diversificar la oferta de centros costeros, se inició la planeación de Cancún, Ixtapa y Puerto Escondido, por lo que se obtuvieron créditos con el Banco Mundial y con el Banco Interamericano de Desarrollo. Así, el hecho turístico más importante del periodo fue el inicio de operaciones de estos nuevos centros turísticos, Cancún en 1975, e Ixtapa en 1978. El inicio de operaciones de Puerto Escondido fue hasta 1981, pero de manera incipiente. Aunque en esa época la apuesta fue por aperturas de nuevos centros turísticos para impulsar el desarrollo e integración de unas zonas de desarrollo nacional, algunos proyectos fracasaron y fueron suspendidos por problemas financieros o malos manejos, como el de Bahía de Banderas y el de Nayarit.[21]
Durante la administración de Luis Echeverría se amplió en forma considerable la labor de promoción del turismo nacional e internacional, aprovechando eventos como el IX Campeonato Mundial de Fútbol, celebrado en 1970, o el Festival Cervantino, que se celebró por primera vez en 1972. Además, derivado de los convenios bilaterales que se suscribieron aumentó el número de delegaciones de promoción en el extranjero. Para 1980 eran 18 establecidas en Estados Unidos, Japón, Argentina y Canadá. [22]
Por otra parte, se llevaron a cabo acciones que consolidaron el andamiaje institucional, como la expedición de la Ley Federal de Fomento al Turismo 1974 que dispuso la fusión del Fideicomiso de Crédito (FOGATUR) y el Fideicomiso de Inversión en Infraestructura en el Fondo Nacional de Fomento de Turismo (FONATUR), como encargado de los aspectos de planeación y promoción de los desarrollos turísticos; creó la Comisión Intersecretarial Ejecutiva de Turismo para coordinar las dependencias del Ejecutivo que se relacionen con la actividad, y constituir empresas ejidales y comunales en las zonas de desarrollo turístico.[23]
También en 1974 se creó la Secretaría de Turismo, como órgano del poder Ejecutivo para aglutinar las acciones del sector y mejorar la coordinación de la actividad.[24] En 1980 se expidió una nueva Ley Federal de Turismo donde se contemplaron las zonas de interés de desarrollo turístico como estrategia de diversificación de la oferta fundamentalmente dirigida al mercado interno.[25]
En cuanto a la infraestructura de acceso, se siguió apoyando la red aeroportuaria, pasando de 33 aeropuertos para vuelos de alcance corto en 1976, a 49 en 1981. Sin embargo, durante este periodo también dejó de apuntalarse significativamente el fortalecimiento de la red carretera.[26]
A principio de la década de los ochentas, aunado a la crisis del petróleo, la actividad turística sufrió nuevamente una caída principalmente por el decremento en el flujo de turismo extranjero. Otro de los problemas que se acrecentó fue la falta de coordinación entre los actores públicos y privados involucrados en la materia, por ello, se intentó reorganizar la actividad con la creación del Sistema Nacional de Planificación Turística (SIPLANTUR) cuyo objetivo fue racionalizar el desarrollo turístico del país. No obstante, Alfonso Jiménez apunta que la perspectiva que se tuvo para el desarrollo turístico no contempló algunas de las tendencias del turismo internacional y enfocó la promoción del turismo básicamente a la planeación física de los atractivos y a la expansión de la oferta de alojamiento, es decir únicamente se consideró la construcción de cuartos como una solución para la demanda futura del turismo, y se marginó a otros elementos que hacen posible la actividad, particularmente al transporte. [27]
Para los años ochenta, tomando en consideración las presiones del turismo internacional, se intentó cambiar la orientación de la política turística y de la concepción de la comercialización para tratar de corregir gradualmente el desequilibrio que se había presentado entre la oferta y la demanda, así como para nivelar la balanza turística. Sin embargo, el énfasis de la expansión física tuvo más peso que la instrumentación de una comercialización efectiva que permitiera la explotación de toda la planta turística con que se contaba y diversificar el uso desmedido de los centros turísticos básicos.[28]
Durante la administración de López Portillo, entre 1976 y 1982, se logró la sede del Centro Internacional de Estudios Superiores de Turismo, dependiente de la Organización Mundial de Turismo; se facultó a la Secretaría de Hacienda para otorgar estímulos fiscales en inversiones turísticas; se organizó el inventario turístico nacional; y se creó el Banco Nacional de Turismo. Durante la gestión de Miguel de la Madrid, se iniciaron las obras de infraestructura en las Bahías de Huatulco, concebido como un nuevo polo para promover el desarrollo de la región y estimular la economía del estado de Oaxaca, además de obras de consolidación en Cancún, Ixtapa, San José y Loreto y se puso en marcha el programa de remodelación del Acapulco tradicional. Durante esa administración se cancelaron varios de los programas que habían iniciado en el sexenio anterior como el Centro de Estudios Superiores en Turismo y el Banco Nacional de Turismo; y se autorizaron los vuelos charter, lo que promovió un fuerte despegue de esta actividad. Esta autorización y el impulso al financiamiento de la oferta hotelera nacional, en opinión de Miguel Torruco, son tal vez unas de las acciones más importantes en la materia que se realizaron en ese periodo.[29]
El continuo desarrollo de los atractivos turísticos del Caribe, así como la diversificación y promoción de los principales destinos en el sur de los Estados Unidos, provocaron que el producto turístico mexicano perdiera competitividad. Estos mercados desarrollaron productos orientados a captar turistas que buscan destinos de playa o circuitos que incluyen diversos atractivos turísticos.[30]
En el periodo comprendido entre 1985 y 1994, el crecimiento anual del turismo extranjero que visitaba nuestro país fue del 3.3% anual, mientras que en Estados Unidos fue del 6.6% y en el Caribe del 6.2%. La desaceleración del crecimiento anual del turismo proveniente de Norteamérica resulta muy significativa, ya que históricamente este ha sido el mercado más importante para México. Para el periodo 1985-1990 el crecimiento anual del turismo proveniente de los Estados Unidos fue de 9.6%, para el periodo 1990-1994 fue apenas de 1.9%.[31]
El gobierno de Ernesto Zedillo nuevamente reconoció la importancia del sector turístico y su impacto en el desarrollo regional, en términos de generación de empleos y derrama económica en zonas que concentran alta captación de turistas. Así, se determinaron acciones para potenciar los centros turísticos más importantes, tales como aquellos integralmente planeados por FONATUR; los destinos de playa tradicionales; las ciudades fronterizas de Tijuana y Ciudad Juárez; las grandes ciudades como México, Guadalajara y Monterrey; la región del mundo maya y las ciudades coloniales.[32] Además, se reconoció la pérdida de posicionamiento que se tenía en relación con los principales competidores del Caribe y los Estados Unidos, por lo que se intentó fortalecer la competitividad del producto turístico mexicano, se incorporaron conceptos como “sustentabilidad”, se promovieron prácticas de cuidado de los recursos naturales y del medio ambiente y se diversificó la oferta articulando circuitos y corredores a partir de los destinos principales, mejorándose la infraestructura y los servicios existentes. [33]
Para la década de los noventa la red carretera presentaba un retraso muy grande. Por esta razón se implementaron esquemas de participación privada con la posibilidad de cobro de peaje, lo que amplió la cobertura de carreteras de cuatro carriles, pasando de 4 mil 802 km en 1989 a 9 mil 562 km en 1996, permitiendo un nuevo impulso al turismo doméstico.[34]
En los últimos 60 años, el turismo se ha identificado como impulsor del desarrollo nacional, principalmente como generador de divisas y de empleos e impulsor del progreso regional. Si observamos al turismo como generador de divisas, podemos distinguir tres etapas, la primera que va hasta 1971, donde se aprecia un continuo crecimiento en los ingresos por turismo que llegan a representar para ese año el 45% de los ingresos de la cuenta corriente; una segunda etapa que va desde 1972 hasta 1982, en que empieza una caída en el porcentaje de aportación debido principalmente a los ingresos por petróleo. Aunque los ingresos por turismo siguen siendo significativos, para 1982 representaban sólo el 10%. Una tercera etapa se puede observar a partir de 1982 y hasta 1992, donde el turismo permanece casi constante aportando alrededor del 10%, debido principalmente a las aportaciones de la industria manufacturera. En 1999 los ingresos por turismo representaron solamente cerca del 5% de los ingresos en la cuenta corriente.[35]
Hoy día, el turismo en nuestro país enfrenta una serie de problemas que se caracteriza principalmente por una marcada dependencia de los visitantes provenientes de Estados Unidos y del segmento de sol y playa; una participación del turismo nacional de internación sin políticas de fomento para utilizar la capacidad instalada en periodos de reflujo o baja demanda; un desarrollo turístico que se limita a centros de sol y playa; una sobreoferta en los destinos principales que originan impactos ambientales negativos, crecimientos urbanos con carencia de servicios públicos e inadecuados niveles de atención al turista, entre otros.[36]
Bibliografía:
Instituto Mexicano de Investigaciones Turísticas (SF), Historia Legislativa del Turismo en México, México, en fotocopia
Jiménez Martínez Alfonso (1990), Turismo: estructura y desarrollo, McGraw Hill, México
McDonald Escobedo Eugenio (1981), Turismo: una recapitulación, Bonodi, México,
Secretaría de Turismo (1996), Programa de Desarrollo del Sector Turismo 1995-2000, México
Secretaría de Turismo (2000), Estudio de Gran Visión del turismo en México: perspectiva 2020, México
Torruco Marqués Miguel (1988), Historia Institucional del Turismo en México 1926-1988, México
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[1] Eugenio McDonald Escobedo, Turismo: una recapitulación, Bonodi, México, 1981, p. 127
[2] Alfonso Jiménez Martínez, Turismo: estructura y desarrollo, McGraw Hill, México, 1990, pp. 46-47
[3] Eugenio McDonald , Turismo: ….Op. Cit., pp. 138-139
[4] Ibid, pp. 129-142
[5] Ibídem
[6] Alfonso Jiménez Martínez, Op. Cit., p. 58
[7] Ibid, pp.88-99
[8] Eugenio McDonald, Op. Cit., p. 145
[9] Ibid, p. 147
[10] Alfonso Jiménez, Op. Cit., pp. 94-94
[11] Ibid, pp. 100-101
[12] Ibid, pp. 102-103
[13] Eugenio McDonald, Op. Cit., p. 164
[14] Ibídem
[15] Ibid, p. 146
[16] Ibid, p. 150
[17] Ibid, p. 183
[18] Miguel Torruco Marqués, Historia Institucional del Turismo en México 1926-1988, México, 1988, pp. 50-71
[19] Alfonso Jiménez Martínez, Op. Cit. p. 109-110
[20] Ibid, p. 157
[21] Ibid, p. 158
[22] Ibid, p. 175
[23] Ibid, pp. 166-167
[24] Ibid p.168
[25] Ibid, pp.166-167
[26] Ibid, p. 164
[27] Ibid pp. 168-170
[28] Ibid, pp. 170-174
[29] Miguel Torruco Marqués, Op. Cit., p.61-70
[30] Secretaría de Turismo, Programa de Desarrollo del Sector Turismo 1995-2000, México, 1996, p.24-25
[31] Ibídem
[32] Ibid, p. 28-29
[33] Ibid, p. 30-35
[34] Secretaría de Turismo, Estudio de Gran Visión del turismo en México: perspectiva 2020, México, 2000, p. 27
[35] Secretaría de Turismo, Estudio de Gran Visión del turismo en México: perspectiva 2020, México, 2000, p. 2-6
[36] Ibid, p. 33
[Citar como] Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, "Antecedentes", en Turismo [Actualización: 23 de marzo de 2006], en www.diputados.gob.mx/cesop/